Diez cuentos que describen la infancia del autor con un lenguaje que da gusto leer.
Sencillos, naturales, llenos de fina observación y narrados con calidad literaria.
Con este nuevo título Santiago López Navia vuelve a deleitarnos con su calidad literaria, humana y educativa.
En los cuentos de Santiago López Navia hay un deseo de recuperar un tiempo mítico, un tiempo sin espacios y, casi me atrevo a escribir, sin cronologías. Son tiempos que nos hablan de otras costumbres, de otras épocas; un tiempo en un barrio, un tiempo de juegos compartidos y del miedo y la desesperación cuando el balón de fútbol caía en el patio de la vecina más antipática, la más harta de estar todo el día aguantando las voces y gritos de alegría, de vida, más allá de los altos muros de su propio cementerio. Son cuentos que hablan de la infancia y desde la perspectiva de la infancia. Los escribe el adulto (el adulto que vuelve, una y otra vez, a la infancia queriendo encontrar momentos de felicidad plena, irrepetible), pero son los niños quienes hablan, son los niños quienes nos muestran su mirada, sus pequeños triunfos y sus grandes tragedias, esas que marcarán sus años de adulto.
José Manuel Lucía Megías
Los cuentos de esta serie versan casi todos sobre pequeñas derrotas o triunfos. La infancia es el espacio en el que el ser humano es libre por última vez. Siempre que se tuerce un anhelo, se ciegan múltiples caminos posibles, y en eso consiste muchas veces la vida: en aprender que el camino tiene cada vez menos encrucijadas que ofrezcan rumbos distintos. Los personajes de estos cuentos se encuentran en las primeras encrucijadas, no menos serias ni cruciales por vivirse en la niñez. Al mismo tiempo, estos cuentos vigorosos narran grandes resoluciones. Crear un club selecto para los amigos; mantenerse fiel al modelo heroico; renunciar a una victoria; criar una mascota que te abandona; marcar un gol; invitar a la primera niña a pasear en el primer coche, aunque sea un paseo imaginario; desear fervientemente tener un perro, o serlo con toda coherencia, por el espacio de una tarde. Los personajes infantiles de Santiago López Navia no intentan vanas chiquilladas, sino que se proponen objetivos concretos e incontestables, vistos desde su lógica infantil. El adulto se reirá de la gracia. El niño, si ha sabido mantenerse incólume, sonreirá con complicidad.
Dativo Donate