El personaje de Lorenzo es uno de los más entrañables de la narrativa de Delibes. Él protagoniza Diario de un cazador y Diario de un emigrante. Muchos años después lo retoma Delibes, justo en el momento en que Lorenzo acaba de jubilarse. Su diario, con ese estilo auténtico y coloquial que Delibes tan bien sabe captar, trata de su vida cotidiana, las cosas que le atraen, su apego al dinero y a la seguridad, y los líos en que acaba metiéndose. Como muchos jubilados, su vida depende casi exclusivamente de la partida con los amigos, los culebrones y concursos televisivos.
Para ocupar la mañana, Lorenzo acompaña a un anciano poeta, don Tadeo, con el que mantendrá una curiosa relación que se romperá cuando descubra que don Tadeo es homosexual. Otro episodio que da un poco de intriga a este diario, y que es una muestra de la adaptación de Lorenzo a los nuevos tiempos, son sus encuentros con una prostituta, que pondrán en peligro su matrimonio. Los años, en vez de reforzar muchas de sus convicciones, le han convertido en un singular viejo verde y en una persona demasiado pegada a la realidad. Con frecuencia, viene la añoranza de los viejos tiempos, pero apenas influye en sus obras.
Acompañan a Lorenzo sus mejores amigos, aunque algunos ya han desaparecido. Queda el Melecio, que sigue siendo el personaje más íntegro, y al que más duro trata la vida. Diario de un jubilado es una nueva ojeada que Delibes lanza a la sociedad contemporánea, limitada y gris en muchos aspectos. Y sigue siendo una prueba de la maestría narrativa de Delibes y un ejemplo más de su capacidad para la evocación estilística.