Nuevo episodio de la serie centrada en los casos de la “División Q”, dirigida en Copenhague por el inspector Carl Morck que, con la ayuda de sus colaboradores, Assad y Rose Knudsen, se ocupa de revisar los crímenes no resueltos de épocas anteriores.
Jussi Adler-Olsen ha obtenido un gran éxito literario y comercial con sus novelas no solo en Dinamarca, sino también en Estados Unidos y en países europeos como Alemania, Francia y España. Al inspector Morck le corresponde investigar el caso de un funcionario del Departamento de Ayuda al Desarrollo, desaparecido cinco años atrás, al regresar de una misión de control en el África Central. Las últimas imágenes de él fueron tomadas por las cámaras al salir del aeropuerto de Copenhague, sin que resultara posible seguirle el rastro hasta su domicilio. La falta de pistas y el silencio de sus compañeros, obligaron al cerrar el expediente que ahora entraba en la esfera del Departamento Q. Planteada la acción en estos términos el relato introduce al verdadero protagonista de la trama, el adolescente Marcus, inmigrante ilegal integrado en la banda dirigida por Zola, mentor y patriarca de una tribu dedica al robo, la mendicidad y el crimen. La noche en que Marcus decide abandonar el clan, tropieza en su escapada con el cadáver de un hombre enterrado en terrenos próximos a la guarida de la banda, víctima sin duda de los actos criminales de sus ex camaradas. Refugiado en las calles de la capital danesa, descubre un viejo cartel que reproduce la imagen del cadáver encontrado y decide pasar una nota anónima a la policía con los datos del lugar en el que debió cometerse el crimen. Interviene de modo inmediato el equipo del comisario Morck que, tras localizar el rastro del desaparecido necesita interrogar a Marcus, con el fin de resolver el misterioso crimen. Tanto la policía como la banda de Zola emprenden la furiosa búsqueda del chico perdido, dispuesto a evitar su captura. La acción se desarrolla a ritmo vertiginoso, con variados lances y acertado manejo de los elementos de intriga que dan lugar a situaciones divertidas que mantienen la incertidumbre hasta el emotivo desenlace. Salvo en contadas ocasiones de cierto realismo, el relato evita los detalles escabrosos al describir las relaciones amorosas de los personajes.