Bruno admira a su germano. O a su hermano, como siempre le corrige su madre. Y es que, aunque sólo es un poco mayor que él, siempre le ayuda, le enseña muchas cosas y juntos se divierten mucho. Pero, además, su germano tiene un puente maravilloso. Todos los chicos del edificio lo saben. Y no sólo es un puente, también puede ser una carretera, un columpio, incluso un muro...