Durante siglos, la fórmula para fabricar porcelana fue uno de los mayores secretos de China. Nadie en Europa sabía fabricarla, y reyes y magnates disputaban por encontrar la receta que les permitiera acabar con el monopolio chino. Aquel que lo consiguiera se haría inmensamente rico. En 1707, Damián Ossorio, un comerciante de porcelanas afincado en Manila, recibió el encargo del rey de España de viajar a China para robar el secreto de la porcelana. Al mismo tiempo, Johann Frederick Böttger, un alquimista charlatán que trabajaba para Augusto II de Sajonia tratando de transmutar los metales en oro, haría un sorprendente descubrimiento en su laboratorio del castillo de Albrechtsburg. Su hallazgo cambiaría para siempre las relaciones comerciales entre la vieja Europa y el Celeste Imperio, y también la vida de Damián Ossorio.