La única novela de Poe es un verdadero friso de atrocidades: a un ritmo vertiginoso, en una atmósfera agobiante, se suceden naufragios, tempestades, escenas de hambre y canibalismo, matanzas, gritos, silencios opresores... En estas páginas obsesivas, recargadas, barrocas, no hay un momento de respiro para el lector, que se ve literalmente asediado-y acaso también fascinado- por la destrucción y la muerte que rezuman. Y no menos sorprendente es ese misteriosos final.