En 1914 Sir Eduard Shackleton organizó una expedición con el propósito de atravesar la Antártida. El barco se vio apresado por el hielo antes de alcanzar la costa y acabó hundiéndose por la presión. La tripulación montó su campamento en el témpano de hielo y se desplazó a la deriva con él. Shackleton mantuvo en todo momento la disciplina con un gran sentido de la autoridad y con una audacia y firmeza extraordinarias. Más de dos años después de haber zarpado para su objetivo, toda la tripulación logró regresar a casa sana (más o menos) y salva, después de haber superado increíbles situaciones extremas.
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