Un buen día, al despertar, algunos vecinos de Ratonolandia advierten que se les han caído los incisivos, que les resultan imprescindibles para poder comer. Después de muchas cavilaciones, el alcalde envía al pequeño ratoncito Pérez a visitar a la rata sabia en busca de un remedio para su mal. La obra es una narración sencilla de tono más familiar que literario, y sirve para adaptar a la mentalidad de los niños actuales la práctica tradicional de dejar bajo la almohada los dientes de leche para obtener un regalo.