Se habla de crisis de valores, y es correcto. Sin embargo, crisis no significa destrucción, sino discernimiento: todas las sociedades criban sus convicciones y su poso, lo que queda de ellas, son los sistemas axiológicos. La nuestra, la generación del siglo XXI, continúa buscando, aunque ello conlleve extravíos y encuentros.
Los valores, de todos modos, nada serían sin las virtudes que los encarnan. El valor es la teoría, la virtud, la práctica.
Ser humano exige dar testimonio de las convicciones, y esto, a su vez, pasa por la mediación de responder al deber: responder al deber es formar un carácter moral. En este libro Carlos Díaz propone un compromiso con el deber de ser persona mediante los valores del personalismo comunitario