Ninguna persona joven o adulta, puede prescindir de las relaciones sociales que la vida cotidiana nos impone: saludar, hablar por teléfono, escribir cartas, atender a nuestros invitados, etc. Para todas esas situaciones existen unas reglas de urbanidad que es imprescindible conocer y practicar. Los buenos modales interesan a todos porque reflejan la educación de las personas. Por encima de cualquier convencionalismo, son detalles de cortesía que facilitan la convivencia y hacen más agradable el trato con quienes nos rodean. (Ediciones del Drac, Madrid, 1992, 185 pags)