Nostromo

Hay autores, como Joseph Conrad (1857-1924), que nunca son anodinos, que cuenten lo que cuenten lo hacen bien, tanto en el tono (qué importante es el tono en las narraciones) como en la visión que da de la vida. Así, Nostromo está ambientada en una imaginaria república hispanoamericana, un medio que quizá Conrad no conocía de primera mano, al menos con la suficiente profundidad. Pero la trama, que es muy exigua, es lo de menos. Interesa más el retrato de los personajes y, más aún, cómo se retrata a sí mismo Conrad al pintarlos. Después de todo, si se excluyen las narraciones de simple evasión, las novelas quedan, porque dejan leer algo de la profundidad humana y creativa de los autores.

Personalmente no me molestan, al contrario, las reflexiones que los novelistas hacen al hilo de la narración. Como este ejemplo de Conrad en la novela: "En el corazón más escéptico ronda, en los momentos en que está en juego el azar de la existencia, el deseo de dejar una impresión correcta de los sentimientos, como una luz que iluminará la acción cuando la persona haya muerto".