Al defender el mercado no he tomado el camino relativamente fácil de criticar a los socialistas «de izquierdas» que anhelan la llegada de una utopía colectivista. En lugar de ello he elegido como principal contraste a aquellos católicos «de derechas» que ven con suspicacia la sociedad de mercado. No se trata de socialistas ni de colectivistas, sino de personas fieles a la Iglesia que rechazan la empresa libre y están a favor de una amplia intervención en el mercado. Suelen estar a favor de dicha intervención porque creen que las enseñanzas de la Iglesia la requieren. Como católico ortodoxo, siento una gran simpatía por esas personas, y he formulado mi argumento teniendo en cuenta sus preocupaciones.
Mientras elaboro lo que considero un argumento abrumador a favor de la economía de mercado, no cuestionaré tanto la posición doctrinal de esos católicos como su aplicación práctica en la economía, que es a menudo notablemente deficiente. Al adoptar ese punto de vista espero desarrollar un sólido argumento a favor de la economía de mercado, aclarar malentendidos habituales y conseguir en último extremo que tanto los seglares como los religiosos estén mejor informados respecto a los asuntos económicos.