Continuación de "El prisionero de Zenda", en esta novela enmarcada también en la época victoriana, recrea en clave de aventuras y enredos sin cuento los valores y principios de los caballeros británicos, entre ellos la convicción de que cualquier gentleman inglés, por frívolo e irresponsable que parezca, es capaz de hacer frente y salir airoso de los problemas.