Narra una experiencia amorosa, sustentada por otras historias ?conocidas o no, históricas o apócrifas?, y cuya lectura ofrece múltiples interpretaciones. Es la recreación de un relato bíblico, pero que resulta totalmente marginal o libre. En el relato de Lozano, la protagonista es Sara, no Abram, y ella recuerda, desde la más pura inmanencia, todo aquello que ni Abram ni la tradición teológica escucharon. Y por eso el relato es otro, paralelo y autóctono de la historia bíblica. En el fondo se trata de una historia oriental que se cuenta porque sí, por el simple hecho de ser hermosa: la de una figura femenina que ríe siempre y que, siendo anciana, parece una muchacha, incluso un ser lírico. Hay guiños de lectura teológica, de diálogo con lo trascendente: Sara es una suerte de figura antagónica de la divinidad; tiene celos de la relación de Abram con lo Alto; ella vive en un mundo terrestre, en su alegría y en su risa por la belleza de lo mundano. La fascinación de Sara de Ur no está en su lectura reflexiva, sino en la seducción de los sentidos que inicia la obra. Es una afirmación del hombre frente a la divinidad, una afirmación del gozo de la risa.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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1997 | Espasa Calpe |
184 |
84-7658-155-1 |