"Tú me conviertes en un personaje de telenovela", dice Ricardo Somocurcio, el protagonista de esta novela, la última de Mario Vargas Llosa, a la niña mala, su apasionado amor intermitente pero constante a lo largo de su vida. Ricardo conoce a la niña mala –a la que se designa con ese apodo– en el Perú de los años cincuenta, en plena adolescencia, aunque ella desapare de pronto sin dejar rastro. Vuelven a encontrarse en París en la década de los sesenta, cuando Ricardo trabaja de manera ocasional para la Unesco como traductor. La niña mala está de paso en París antes de trasladarse a Cuba para recibir adiestramiento como guerrillera del MIR peruano. Entre los dos, ahora sí, comienza una intermitente y ardiente historia de amor traspasada de erotismo, uno de los habituales temas en la narrativa de Vargas Llosa.
Pero nuevamente vuelve a desaparecer, presa de sus no ocultas ambiciones. "Travesuras de la niña mala" es la descripción de unas inesperadas fugas y unos apasionados y problemáticos reencuentros, que tienen lugar en París, Londres, Tokio y Madrid.
Además de contarnos una desquiciada y tórrida historia de amor no correspondido, a Vargas Llosa le interesa también describir el ambiente social y político de las ciudades y las décadas que recorren los dos insatisfechos protagonistas.
(Adolfo Torrecilla, aceprensa.com)