En opinión de Frank Kafka, August Strindberg ganó la genialidad de sus páginas a "fuerza de puñetazos". Henrik Ibsen, en la plenitud de su gloria, auguró que la posteridad habría de reservar un papel más grande a su colega sueco. Por su parte, Eugene O’Neill se referiría a Strindberg calificándole de "precursor de toda la modernidad de nuestro presente teatro". Personalmente, Johan August Strindberg apuntó: "Quiero escribir de forma hermosa y luminosa, pero no me está permitido; no lo consigo. A decir verdad, estoy comprometido con ello como con un deber horrible: la vida es indeciblemente desagradable". En sus noticias biográficas, su demencia se circunscribe a un par de años, que coinciden con sus segundo matrimonio (1895-1897), pero lo más probable es que el desequilibrio le acompañara desde sus primeros días.
Nacido en Estocolmo en 1849, los fantasmas que habrían de agobiar las eternas sombras en las que se debatió su existencia fueron las mujeres. Acaso igual que el muchacho, que las desea sin saber aún seducirlas, sus siempre tormentosas relaciones con ellas fueron el origen de su traída y llevada misoginia. Tres fueron los matrimonios del escritor, tres sus traumáticos divorcios: de ellos alumbró otras tantas obras maestras. De ahí que sorprenda tanto que un reconocido feminista como Ibsen le dispensara los elogios ya aludidos. Pero la gran sorpresa del autor, que en estas líneas proponemos, es que, siendo uno de los mejores escritores que haya dado Suecia, nunca fuera merecedor del Nobel.
El origen de su misoginia
Si la vida de Strindberg es tan determinante para la compresión de su obra como apunta la crítica especializada, no hay duda de que el origen de su misoginia se remonta al desprecio que, más o menos subrepticiamente, le inspiró su madre. Siendo ella una sirvienta casada tardíamente con un burgués, la diferencia social de sus progenitores habría de pesar tanto sobre él que todos sus biógrafos coinciden el resaltar el hecho de que titulara su autobiografía, publicada en 1886, 'El hijo de la criada'.
Muchos años antes (1867), el futuro escritor se matricula en la Universidad de Upsala. Para sufragar sus estudios de Medicina y Filología, se emplea como profesor de educación primaria y da clases particulares antes de convertirse en telegrafista. Esta última ocupación, que desempeña en una isla remota, le proporcionará el sosiego suficiente para redactar su primer drama, 'Maese Olof' (1872). Su primera novela, 'La habitación roja' (1879), es un alegato contra la falsedad del mundillo literario de sus días que le convierte en abanderado del naturalismo sueco. Cuando aparece, Strindberg ya está empleado en la Real Biblioteca de Estocolmo. El amor que antaño le inspirara Sigrid von Wrangel -Siri en las páginas del escritor- ha dado paso a un odio desaforado. No faltan quienes apuntan que es entonces, cuando Sigrid ha dejado de ser la mujer de otro hombre -estaba casada con un oficial al conocer al autor- para ser la suya, donde tiene su origen la proverbial misoginia de August Strindberg. En cualquier caso, el divorcio no se producirá hasta 1891. Con anterioridad, el escritor ha dado a la estampa sus famosos volúmenes de cuentos 'Esposos' (1884) y 'Esposos II' (1886). Pero, si cabe, más significativo a este respecto es su 'Alegato de un loco' (1887), toda una diatriba contra a las damas, a quienes presenta como vampiros siempre prestos a chupar la sangre de los hombres. A la sazón, Strindberg ha alcanzado el prestigio literario, lo que no le libra de la pobreza que le asola frecuentemente.
Sus inquietudes intelectuales
Los vagabundeos que le llevan de Suecia a Francia y de ésta a la Europa central, son comparables a sus inquietudes intelectuales. Del pietismo de sus primeras publicaciones pasa a interesarse por las visiones y coloquios de Emanuel Swedenborg. De ellas se trasladará al esoterismo, la alquimia y el socialismo, para acabar apasionándose con la teoría del superhombre. Con su impulsor, Friedrich Nietzsche, mantendrá una interesantísima correspondencia. Es entonces, mientras se cartea con Nietzsche, cuando conocerá en París a una escritora austríaca -Frida Uhl- con la que contraerá matrimonio en 1901. En esta ocasión el divorcio no se hará esperar. Aun así, volverá a casarse en 1907 con la actriz Harriet Bosse: será el más corto de sus tres matrimonios.
Paralelamente a sus desarreglos sentimentales, el prestigio como dramaturgo de August Strindberg va en aumento. A partir de 1888, año en que estrena 'La señorita Julia' -donde acomete la imposibilidad de la relación sentimental entre una joven aristócrata y su criado-, todos sus dramas son considerados obras maestras. Destacan entre el largo etcétera 'El camino de Damasco' (1898), 'La danza de la muerte' (1901) y 'El sueño' (1902). De su producción novelística de entonces, llaman especialmente la atención Habitaciones góticas y Banderas negras, ambas publicadas en 1904.
El 14 de mayo de 1912, cuando Johan August Strindberg muere en Estocolmo, ha vuelto a interesarse por el protestantismo. La religiosidad que ahora le inspira tiene una fuerte raíz socialista. Es por eso que en su multitudinario sepelio se da cita todo el proletariado militante de la ciudad. Ahora bien, según los estudiosos, Strindberg es un falso socialista.