Estudió Literatura inglesa en Oxford, aunque como la arqueología la había fascinado siempre, estuvo a punto de estudiar historia. Una de sus novelas románticas fue finalista en 1985 del Premio Georgette Heyer, lo que le animó a desechar cualquier posibilidad de buscar un trabajo decente y apostarlo todo para convertirse en escritora. Le llevó tres años. Sobrevivió gracias al programa gubernamental de subsidios para los emprendedores (¡hay que ser 'emprendedor' para vivir con 40 libras esterlinas a la semana!). Fue cocinera de una empresa de asesores fiscales. Le sigue divirtiendo mucho investigar, documentarse y buscar el detalle histórico que aporta colorido a la ambientación de la época. Le divierten, los rasgos de humor que se manifiestan en la Roma imperial y que aspira a transmitir al lector en sus novelas.