Alicia, una niña inglesa bien educada y acostumbrada a aceptar las rarezas ajenas mientras no atenten contra sus intereses, comienza a perseguir a un conejo blanco que encuentra en el bosque y acaba perdida en un mundo de absurdos y paradojas lógicas, poblado por personajes locos y extravagantes que representan excéntricos ...
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Aunque es una obra típicamente inglesa (representativa de la cultura y de la sociedad de su época), el gran éxito y el enorme interés que ha despertado entre los lectores de los países más diversos a lo largo de los años, la convierten en una pieza clásica de la literatura universal. Porque, aunque Alicia es una niña muy inglesa (un modelo de niña victoriana), la mayoría de los lectores se reconocen en el personaje y desearían actuar y hablar como ella en algunas ocasiones de su vida.
Frente al mundo incomprensible e irracional que la rodea, Alicia adopta una actitud optimista y se expresa con espontaneidad, con desparpajo, a veces de forma disparatada rompiendo convencionalismos. En los momentos de mayor preocupación, las ocurrencias de Alicia nos provocan la risa abierta y nos liberan de la tensión: Alicia cae y cae por el pozo sin fondo, nos estremecemos, pero para ella “después de una caída como ésta, bajar rodando las escaleras de casa me parecerá de lo más natural”.
Este cuento infantil, ideado especialmente para las niñas, se puede leer con gusto a cualquier edad por sus juegos de palabras, por el simbolismo de los personajes zoomórficos, por su lógica matemática y narrativa, llena de originalidad y dinamismo. Alicia entronca con la más pura tradición del “nonsense” inglés: escuchar a su protagonista con sus preguntas, conclusiones y dilemas deja al lector adulto perplejo y atónito (tan desconcertados como cuando oímos a los personajes de Jardiel Poncela o de Miguel Mihura, en sus representaciones del teatro del absurdo).
En definitiva, el relato nos cuenta el sueño de Alicia, que representa el mundo de los sueños, de todos los sueños. Su carácter onírico lo convierte en una secuencia inesperada de situaciones, de estilo rápido, llenas de intensidad. Los cambios repentinos de escenario, la sucesión inagotable de situaciones y las propias metamorfosis de Alicia nos conducen, a veces sin aliento, por un auténtico “País de las Maravillas” donde se entremezclan el vértigo y el absurdo.
ALICE’S ADVENTURES IN WONDERLAND
Lewis Carroll. Letrex 1990. Warsaw
Es un clásico para niños poco infantil. Relato caotico, grotesco, onírico, irónico, pero simpático e inofensivo. Demasiado animal animado i pocas personas normales. Las ilustraciones son deliciosas. Dicen que el autor –pastor protestante y profesor de Oxford- tenía cierta obsesion por las niñas. Pero en el libro no se evidencian especialmente. Lo mejor es que se trataba de una edición bilingue inglesa-polaca. Continúa en “Tras el espejo”. Narnia es diez veces y media mejor.
Hace mucho tiempo que lo leí y no he vuelto a hacerlo. Sencillamente me pone nervioso, no me siento a gusto al leerlo y, estoy con Pamela, en que no me parece bueno para aconsejar.
Estoy plenamente de acuerdo con Amiel. No obstante, precisamente esa ambigüedad de los diálogos en "Alicia en el país de las maravillas" contiene elementos nocivos para los hombres y mujeres de buena voluntad, incluso perversos ya que el autor juega con el doble y/o el triple sentido de las frases. Uno se puede dar cuenta de ello, especialmente, si lee la versión original; tal vez en las versiones que han sido objeto de traducción no se aprecie con tanta claridad.
En conclusión: si bien es cierto que el libro es todo un clásico, no es menos cierto que desde un punto de vista ético-moral sus efectos pueden ser muy perjudiciales.
En fin: quien tenga oídos para entender que entienda.
Lo mejor de esta obra son los diálogos ingeniosos propios de un matemático como era Carroll. Los diálogos que mantiene con los dos hermanos gemélos o con el gato de Cheshire, ni sé las veces que los he releído una y otra vez, porque siempre encuentras algo más, algo que no está implícito en una primera visión.
Eso es lo que tiene la obra de Carroll, con las nuevas lecturas descubres nuevas ironías, sutiles, muy sutiles y más crítica soterrada.
La primera parte (Alicia en el país de las maravillas) es más amena, más sencilla, con escenas que se van sucediendo unas a otras sin demasiada torpeza, pero la segunda parte si bien es más compleja está más llena de lógica (Alicia a través del espejo y lo que encontró al otro lado), de esa lógica de la que ya hablé antes. Basada toda ella en una partida de ajedrez, Alicia va caminando, junto con nosotros en una trama de inteligencia y acertijo. Mucha gente ha leído Alicia, por arriba. Yo recomiendo leer Alicia desde dentro de ella... y entonces pasaremos al otro lado del espejo para encontrar lo que antes no vimos. Mi puntuación es de 9/10
Los cuentos de Alicia, que han hecho célebre el nombre de Lewis Carroll en todo el mundo y han sido traducidos a numerosas lenguas, fueron escritos originalmente en 1862 para Alice Liddell, hija de Henry George Liddell, deán de Christ Church. Tras su publicación, los relatos, ilustrados por el dibujante inglés sir John Tenniel, se hicieron famosos de inmediato como libros infantiles.
En una época de implacable didacticismo de los libros infantiles, Alicia fue el primer personaje de la literatura infantil que entrevió la hipocresía y la presuntuosidad didáctica del mundo de los adultos. El atractivo de estos relatos para los adultos reside en la ingeniosa mezcla de fantasía y realidad, suave sátira, absurdidad y lógica. Los nombres y las expresiones de los personajes la Liebre de Marzo, El sombrerero, El gato de Cheshire o la Reina de Corazones han entrado a formar parte de personajes clásicos de la literatura.