En esta novela, fechada en 1898, se nos habla de las dificultades del amor en una pareja que no desea plantearse la cosa en serio. Desde el mismo pórtico de la obra se nos despliega el propósito del protagonista, ""ya la primera vez que habló con ella, quiso dejar claro en seguida que no tenía intención de comprometerse en una relación demasiado seria.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2001 | Acantilado |
352 |
Traducción de Carmen Martín Gaite |
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El autor de senectud está en la base de influencia literaria en la que han bebido gente como Susana Tamaro o Claudio Magris. Nada de lo que dice Svevo en sus novelas es superfluo o menudo. En él todo cobra una fuerza olímpica, especialmente cuando se cuela por las grietas del amor. En esta novela, fechada en 1898, se nos habla de las dificultades del amor en una pareja que no desea plantearse la cosa en serio. Desde el mismo pórtico de la obra se nos despliega el propósito del protagonista, ""ya la primera vez que habló con ella, quiso dejar claro en seguida que no tenía intención de comprometerse en una relación demasiado seria. Vino a decirle más o menos: -Te quiero mucho y desearía, por tu propio bien, que nos pusiéramos de acuerdo para proceder con pies de plomo". La precipitación de lo demás se adivina desde el arranque. La perspectiva de comportamiento absolutamente cerrada del protagonista es como la de Kevin Spacey en American Beauty, no tiene horizonte donde situar su vida y por eso todo le sale mal. En Senectud parecen refulgir la frase que Jorge Volpi nos lanza desde su última novela: "Amar es dar lo que no se tiene a alguien que no lo quiere". Un amor que descansa sólo en la voluntad pasional y en la irracionalidad de la renuncia al compromiso anda a merced de los acontecimientos, de ahí que en la vida de Emilio Brentani todo ande removido, "otras veces a esas horas se ponía a estudiar. Ahora los libros se le brindaban en vano desde su estante. Todos aquellos títulos aludían a cosas muertas". Y en otro momento, "le costaba un trabajo enorme concentrarse en su tarea. La menor cosa le servía de pretexto para dejar su mesa y volver a dedicar aunque sólo fuera unos instantes a fomentar y acariciar el propio dolor". Y le vienen los celos con la fuerza de cien huracanes, sólo las ganas de poseer a aquella mujer que anda rabiando y aullando en su conciencia dominan su proceder. Cuando su hermana enferma, Brentani se da cuenta de lo estúpido que es su comportamiento y lo lejos de la realidad que se encuentra, pero no puede eludir esa fiera que nació en la primera página con la decisión de ir "con pies de plomo" y no sabe cómo recomenzar. Está escrita con una belleza de terciopelo y la traducción es de Carmen Martín Gaite.