La autora llega a Bagdad en enero de 2003. Al igual que los demás corresponsales, está estrictametne vigilada por el Ministerio de Información, que es quién designa a los intérpretes. Estos son necesarios, pero impiden el contacto directo con la población. Aún así la autora advierte el miedo que se ha instilado en el pueblo iraquí por la represión y la vigilancia del régimen Baath, y cómo no, su resignación ante la guerra que está por venir.
Cuando estalla el conflicto, los periodistas lo contemplan desde el Hotel Palestina, y cada vez les resulta más difícil poder hacer su trabajo.
Seierstad describe en esta obra la vida cotidiana de los corresponsales de guerra, la forma de pensar y de sentir de los que participan en las guerras, los métodos prácticos y psicológicos para sobrevivir física y mentalmente, el miedo, pero también la brutalidad innecesaria de los soldados del ejército invasor; así como el luto y la desesperación de la población civil.
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La autora llega a Bagdad en enero de 2003. Al igual que los demás corresponsales, está estrictametne vigilada por el Ministerio de Información, que es quién designa a los intérpretes. Estos son necesarios, pero impiden el contacto directo con la población. Aún así la autora advierte el miedo que se ha instilado en el pueblo iraquí por la represión y la vigilancia del régimen Baath, y cómo no, su resignación ante la guerra que está por venir.
Cuando estalla el conflicto, los periodistas lo contemplan desde el Hotel Palestina, y cada vez les resulta más difícil poder hacer su trabajo.
Seierstad describe en esta obra la vida cotidiana de los corresponsales de guerra, la forma de pensar y de sentir de los que participan en las guerras, los métodos prácticos y psicológicos para sobrevivir física y mentalmente, el miedo, pero también la brutalidad innecesaria de los soldados del ejército invasor; así como el luto y la desesperación de la población civil.