Otro mar cuenta una historia sencilla, tan sencilla como las que cuentan los grandes relatos. Otro mar es la historia de un emigrante italiano que nació en 1866, hizo estudios de filosofía clásica en Innsbruck y en Graz y, como muchos otros, se fue a Argentina a principios del siglo XX: en 1909. No partió con el propósito de hacer fortuna; tampoco para escapar a la Gran Guerra que se iniciaría cinco años después. Sencillamente se fue porque no amaba la civilización sino la búsqueda del absoluto. Durante la larga travesía, primero, desde la soledad de la pampa, después, y, al final, desde la distante Patagonia Enrico evoca un mundo que está a punto de dejar de ser, que se desintegrará durante su prolongada ausencia y que será otro cuando, muchos años después, vuelva, también sin saber por qué, o quizá porque fracasó en su búsqueda del absoluto y sólo aspira a recuperar algo de la vida pasada en el mundo primigenio
Comentarios
Más allá del mar Adriático están otros mares y detrás de esos mares otras tierras. Tierras tan agrestes y lejanas como la Patagonia. ¿Lejanas? Sí, muy alejadas de regiones como la de Friuli-Venezia Giulia y la de Istria, y de ciudades como Gorizia y Trieste, que son los escenarios en donde se inicia y concluye la novela de Magris que lleva por título Otro mar, y que es en realidad otra historia, pues se trata de una mirada que se posa en esa tierra de nadie y de todos en donde desfilan sucesivamente los señoríos, los imperios, los totalitarismos y las naciones de signos muy diversos. Istria fue veneciana del siglo XIV a 1797, austríaca de esta misma fecha a 1805. Desde 1915 fue reivindicada como provincia por Italia, y la reivindicación se hizo realidad en 1920. A partir de 1947 Istria se volvió parte de Yugoslavia y Trieste se convirtió en territorio libre, hasta que volvió a Italia con el estatuto particular de puerto libre en 1954. Pero Otro mar es también otra tierra: la Patagonia, en donde el narrador y protagonista, Enrico, pasa buena parte de su vida, en algunas páginas de la novela, evocando los orígenes, la tierra natal, la infancia, la adolescencia, la escuela, las lecturas, los amigos, las mujeres... sin percibir plenamente, tiempo después, que el mundo que había abandonado para buscar el perfeccionamiento espiritual también lo abandonaría.