Cada relato de Miguel Torga es una pequeña ventana que da al mundo entero, a la vida en sus magnitudes más reales. Partiendo de la esperanza lírica, partiendo de un calor que nunca deja de parecerse al amor, la historia siempre termina por amoldarse a la fría y cruel realidad de la existencia. Así se viven y así vive el lector los cuentos de Miguel Torga: adquiriendo duras experiencias que no ofrecen premio final.
Comentarios
(de Ángel Garcia Prieto) Este libro es una antología de relatos, muy elaborada desde su primera publicación portuguesa en 1942, que tienen una prodigiosa calidad y que representan muy bien el talante del escritor “grande de Portugal”, propuesto varias veces para el Nobel, fiel a sus convicciones, radical y crítico con las limitaciones y defectosde la sociedad , pero sobre todo sensible a las fragilidades del ser humano, que vive con una esperanza ultramundana a la vez que matizadamente agnóstica. Los trece relatos de Rúa son de gran calidad, tienen de común en su contenido formal el ambiente urbano, la vocación provinciana de sus personajes y lo cotidiano de sus hechos. En el fondo late casi siempre el amor - muchas veces imposible -, la ternura, la necesidad de los otros y la muerte. La muerte como refugio esperado y buscado, que en demasiadas ocasiones adquiere la forma de suicidio liberador. No abandona Torga su vocación médica, y además de presentar dos temas relacionados directamente con la enfermedad, deja traslucir el acercamiento humano de personajes que toman partido por los más desvalidos, como algo familiar a la esencial relación médico-enfermo clásica.
Una desgarrada lección de humanidad - en fin - de elegantes tintes poéticos, honda y fácil, que deja el sabor de la buena literatura.
De entre las tres obras de relatos de su tierra natal, la zona portuguesa de Trás-os-Montes, " Cuentos de la montaña", " Piedras labradas" y " Rúa", esta última me ha parecido la más emblemática del relato, siempre magistral, de este autor. Uno de esos libros que no hay que dejar de leer.