Mientras no tengamos rostro

Añadiendo a las anteriores reseñas afirmaría que se trata de una narración en la que se muestra claramente el sentido de misión de cada persona: cada quien tiene una tarea que cumplir, un camino que recorrer, una vocación a descubrir y seguir, nadie está en el mundo "por default", de relleno. Es solamente en el cumplimiento de esa misión -la propia y no la que otro considere que es la mejor para uno- se encuentra la verdadera felicidad. Dicho en otros términos, las cualidades y talentos de una persona encuentran plena explicación y sentido sólo en el cumplimiento de la propia vocación, y esto se ve claramente reflejado en esta novela.

Se trata de una de las obras favoritas del propio Lewis, y no sin motivo. Es una historia con un profundísimo contenido: todo un tratado sobre el amor y la relación del ser humano con la divinidad. Al hacerlo vida a través de una novela, esta "novela-ensayo" adquiere todos los matices que la propia vida tiene y que son imposibles de contemplar en una obra puramente ensayística. Extraordinaria. Quizá resulte algo difícil de comprender en un primer momento, por lo que requiere una lectura atenta y reflexiva. ¡Ah! Y si no se entiende el simbolismo del velo sobre el rostro, habrá que consultar "Si Dios no escuchase (Cartas a Malcolm)"...

Esta versión original de un mito clásico saca a la luz, como tantos mitos, las profundas pasiones del alma humana. Lo humano y lo divino, lo bello y lo feo en sentido antropológico. La mezquindad y la grandeza de ánimo, la envidia y la magnanimidad, la confianza y el recelo.
La preciosidad expositiva no restan frescura y agilidad al relato, que sostiene la atención mientras expone realidades cada vez más próximas.
Lo recomendaría a los amantes de la literatura clásica, y de la novela, y de la poesía, y del ensayo.