Crispín tenía de todo, y cada Navidad recibía aún más regalos, los últimos juegos y los más caros. Pero pronto se cansaba de ellos y se rompían.
Una Navidad sólo recibe una gran caja vacía. Crispín se siente engañado; sin embargo su vida empieza a cambiar desde ese momento, pues gracias a la caja descubre que mejor que tener juguetes es tener amigos con quienes poder jugar.