Juana I La Loca, reina de Castilla de 1504 a 1555, tuvo una vida llena de intrigas y luchas por el poder. En 1504 aparecieron los primeros síntomas de enajenación mental, que se acentuaron a la muerte de su esposo Felipe el Hermoso, en 1506. Su figura es una de las más trágicas y legendarias que ha dado la monarquía española.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2007 | Editorial Planeta |
235 |
978-84-08-07549 |
Colección: Booket |
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Hay mucho tópico sobre la reina Juana. La etiqueta de "loca" tiene su parte de verdad, y su parte de comodidad y de "cuestiones de Estado". Esta biografía novelada de Olaiozola tiene el sello del trato humano de sus personajes, buscando el lado bueno sin omitir las limitaciones y miserias.
Vemos a una mujer relegada y maltratada pero que tiene conciencia de ser reina. Y se resiste hasta el límite a ser ninguneada y manipulada. Efectivamente es una vida trágica y un punto negro de la monarquía española en su comienzo. Las cosas fueron así pero ayudaron un poco algunas cuestiones de Estado, como decíamos. Otro punto de agradecer en este retrato de Juana es la brevedad y facilidad de lectura, pues el autor cumple bien su cometido de presentar al personaje sin manipularlo, y menos de caer en los tópicos. No hace falta escribir mamotretos ni abrumar con datos, para llegar al público.
Impresionante trabajo de investigación sobre la figura de Juana, reina de Castilla. Una reina que figura como tal en todos los documentos con firma real durante 34 años; los mismos años que vive encerrada en Tordesillas. En su nombre gobiernan, primero su esposo Felipe el Hermoso, hijo primogénito de Maximiliano de Austria, y muerto este, el Cardenal Cisneros y su padre Fernando el Católico.
Una vida vivida a contrapelo en todos sus aspectos. Hija tercera de los Reyes Católicos, no nació para reina de Castilla. Se concertó su matrimonio en Borgoña y se convirtió en reina de los flamencos sin saber ni una palabra de esa lengua, aunque muy bien supiera el latín. Fue educada para servir a su rey y a él se entregó en cuerpo y alma. Le dio seis hijos en los diez años que duró su matrimonio. Pero el destino quiso que además tuviera que servir a Castilla como reina y con su traslado a la Península vio repartidos a sus hijos (Leonor y Carlos quedaban en Flandes). En Toledo vio nacer a Fernando que luego sería heredero de su abuelo Maximiliano.
Su madre, la reina Isabel, que se sabía enferma y próxima a la muerte, ahora le pedía permanecer en Castilla cuando su esposo ya había regresado a Flandes y allí buscaba una cortesana que la remplazase en la cama. Demasiadas contradicciones. Ella se impuso a la voluntad de su madre y reina y supo rehacer su matrimonio: exigió de Felipe el respeto al vínculo matrimonio.
Muerta la reina Isabel, el joven matrimonio regresa a Castilla para que Juana sea coronada reina. Todos querían que figurara como tal como artimaña para gobernar Castilla y las riquezas que de América llegaban. Felipe, porque los castellanos sólo le consentirían reinar como consorte; Fernando, porque era Juana la que figuraba en el testamento de Isabel; los nobles castellanos, porque pretendían conseguir de una reina débil mayores beneficios…
El testamento de Felipe pedía ser enterrado en Granada pero los nobles del sur de España aprovecharon la muerte de Isabel para levantarse. Y mientras Fernando regresaba de apaciguar Nápoles, Juana no podía dar sepultura a los restos de su esposo, que la acompañaban a donde quiera que fuere.
Melancolía e impotencia de una reina que lo era para firmar mas no para decidir, ni tan siquiera sobre su destino personal. Encerrada en Tordesillas, con el cadáver de su esposo en el convento de las Claras, a pocos metros de distancia, ve como todos gobiernan sobre ella y sobre Castilla.
Trabajo impresionante que acerca a la realidad de esta mujer, reina de Castilla. Muy adecuado como libro de lectura en 3º, 4º de ESO y Bachillerato.