A falta de auténticos rasgos distintivos de una identidad propia, los nacionalismos han hecho de las lenguas su principal arma política. Es mucho más lo que nos une que los que nos separa. Etnia, religión, cultura e historia son comunes a todos los pueblos de España, como lo es un idioma, el español, cuya vitalidad en las comunidades bilingües se pretende escamotear.
La autora subraya que los atributos esenciales del lenguaje no son políticos ni culturales, sino naturales y que las lenguas son idénticas en sus rasgos esenciales. Hablar es, por encima de todo, un acto específicamente humano. Por eso las guerras de lenguas resultan tan incomprensibles.
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