Detrás del puro entretenimiento que nos aporta el cine, hay mucho más. Por el precio de una entrada se pueden conocer conductas sociales, patrones culturales, fantasías, valores o sentimientos. Todo ello hace de una película un espejo simbólico donde el espectador intenta descubrirse a sí mismo y a la sociedad que le rodea, además de pasar un buen rato.