El 1 de octubre de 1862, trece personas son apuñaladas a la misma hora y en puntos equidistantes de la ciudad de Palermo. La investigación del crimen la llevará a cabo el abogado Guido Giacosa, un piamontés recién llegado a Sicilia que, tras ser nombrado fiscal general en el tribunal de apelación de Palermo, tratará de demostrar que el verdadero instigador de los hechos es una importante figura de la clase dirigente interesada en reinstaurar el antiguo orden borbónico. El primer sospechoso en confesar su culpabilidad será Angel D’Angelo, quien no tardará en delatar al resto de implicados. Sin embargo, todo señala como máximo responsable al príncipe de Santa Elia, acaudalado y poderoso senador.
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El autor parte de un episodio histórico para construir un amargo retrato de las clases sociales que ostentan el poder, de su carácter abusivo y de los laberintos de corrupción que las envuelven. Desde un óptica lúcida y al mismo tiempo pesimista, el escritor siciliano configura un tortuoso relato sobre la derrota de la justicia y la vulnerabilidad de la sociedad ante la dominación de un Estado corruptible y degradado. A través del protagonista, Guido Giacosa, queda reflejada la impotencia del que lucha por imponer la verdad y la razón sobre la acomodaticia aceptación de un sistema político y judicial arbitrario en medio de la "omertá" o ley del silencio.