Este clásico contemporáneo de la literatura polaca, es uno de los escasos libros que novelan los días de ruina y desolación que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial. Dos jóvenes militantes del clandestino Ejército Nacional reciben la orden de Malta.
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La novela tiene lugar durante los últimos tres días antes de la capitulación alemana. La Polonia nacionalista y la socialista pugnan por ocupar el poder del nuevo Estado. La acción gira alrededor de la preparación del asesinato de Szczuka, un comunista honrado e idealista, llamado a convertirse en una de las figuras políticas del futuro gobierno del país. A su alrededor se entrecruzan toda una serie de historias más o menos paralelas con la que se va dibujando el rostro de Polonia. Así tenemos a Kosseki, un jurista de gran prestigio que para sobrevivir al campo de concentración aceptó convertirse en un Kapo, esto es, un apaleador y un asesino de sus compatriotas. Esta fractura moral –el hombre que, en ciertas circunstancias, se transforma en un asesino–, es, sin duda, una de las claves del libro. Tenemos también a sus hijos: uno, un ladronzuelo de poca monta; el otro, miembro del comando que pretende matar a Szczuka. Tenemos a Podgorski, ahora ayudante de Szczuka y antes de Kosseki, quien admira a su antiguo jefe hasta que descubre el pasado que oculta. Tenemos, finalmente, a Kalicki, un viejo y lúcido socialdemócrata que advierte lo que va a ocurrir si los comunistas toman el poder. La grandeza de Cenizas y diamantes reside, sobre todo, en la autenticidad histórica que destila: la desorientación de los protagonistas, la desmoralización unida a la esperanza, el pasado que se intenta borrar a toda costa, la lucha cotidiana por sobrevivir, las camarillas de jóvenes que se juntan para defender unos ideales, los oportunistas de todo pelaje, la ausencia de cordura. Incluso el bien y el mal, el idealismo y el cinismo, se reparten a partes casi iguales entre los distintos bandos. Como trasfondo, la ceniza de las calles hecha de las ruinas de la guerra mundial, y los diamantes y el lujo del Hotel Monopol, donde la decadente aristocracia polaca vive sus últimos días entre matones y facciones políticas.