En “Huérfanos biológicos” María Dolores Vila-Coro plantea diversas cuestiones sobre Bioética: desde la criogenización de embriones hasta las distintas técnicas para la fecundación artificial. Como Doctora en Derecho y Ciencias de la Educación está en situación de realizar preguntas fundamentales: ¿Existe un derecho a la procreación? ¿Puede acceder a las técnicas de reproducción asistida una mujer sola? ¿O las parejas homosexuales? Vila-Coro relata el efecto psicológico que ha producido en ciertas personas enterarse de que no son hijos de quien creían ser, sino de un óvulo adquirido, de un donante de semen o de ambos a la vez. La autora hace también un interesante intento de profundizar en las causas de la homosexualidad. La delicadeza y seriedad con la que están tratadas todas estas cuestiones hace que el libro resulte apropiado para introducir a los jóvenes en la Bioética.
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En la obra de Vila-Coro encontramos principios de gran interés y también preguntas que no obtienen una respuesta definitiva. Como ejemplo de lo primero la autora explica que no existe un "derecho a procrear", ya que en ese caso el hijo sería el objeto de ese derecho y las personas no pueden ser objeto sino sujetos de derechos. Existe el derecho, reconocido en el artículo 16.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, a "fundar una familia". Esta familia, en la mayoría de los casos, dará lugar a uno o varios hijos. Por lo tanto la familia es un derecho reconocido por la Ley y los hijos una consecuencia biológica. La autora narra como el concepto de "pre-embrión" se inventó para salvar de la cárcel a un médico británico que había estado experimentando con embriones humanos, éste argumentó que eran "pre-embriones" (antes de la anidación en el útero), nunca embriones. Al respecto reproduce una frase del investigador Jerôme Lejeune en la que afirma que "el embrión es humano por la especie a la que pertenece, no por la fase de desarrollo o maduración en la que se encuentre". Como ejemplo de los extremos a los que puede llegar la experimentación médica cuando no está sujeta a unos límites, cuenta que unos científicos norteamericanos implantaron un embrión humano en una hembra de chimpancé y que anidó perfectamente; luego hicieron abortar a la mona temiendo lo que podría salir de ahí. Los antiguos romanos establecieron que pueden ser objeto de contrato todas aquellas cosas que no estén fuera del comercio de los hombres. La autora afirma que el semen, los óvulos, los embriones y el mismo útero son "res extra comercium"; por lo que no se pueden alquilar ("las madres de alquiler"), adquirir, ceder, almacenar o dar cualquier uso (por ejemplo de investigación o uso terapeútico) que no sea el propio que les da la naturaleza. La autora sólo exceptúa y considera acto médico, no acto de disposición, a la "inseminación homóloga", es decir aquella por la que el semen del marido se inyecta directamente en la vagina de la mujer, cuando existe algún tipo de barrera anatómica o fisiológica que impide hacerlo de forma natural.