Cuando en el año 70 d.C., los romanos destruyeron el Templo de Jerusalén no sólo acabaron con el orgullo de la religión judía, sino que además desencadenaron una de las aspiraciones más omnipresentes en las historia. A lo largo de este magnífico libro, los autores repasan el sentido de los santuarios de la antigüedad, para resaltar los antecedentes del Templo en el Tabernáculo revelado a Moisés, en el Monte Sinaí, que debía contener el arca de la Alianza.