La aldea de Ars está a 35 km de Lyon. El Rdo. Vianney llegaba procedente de Ecully, en cuya parroquia había sido coadjutor. Al acercarse a la aldea, era tanta la niebla, que el santo cura se extravió. Encontró a unos niños que cuidaban sus ovejas. Uno de ellos, llamado Antonio Grive, indicó al cura el camino. ´Amiguito, díjole el sacerdote, tú me has mostrado el camino de Ars; yo te mostraré el camino del cielo´.Un día, después del catecismo, mientras tomaba su ligera refección de pie delante de un pequeño armario que le servía de mesa, creyendo sin duda estar solo -no había advertido que Juana-María Chanay estaba en la cocina-, comenzó a decir entre suspiros: ´¡No he visto a Dios desde el domingo!´. Se sobresaltó cuando Juana-María, que lo había oído todo, le preguntó: ´¿Antes del domingo lo veía usted?´. El bueno del santo, todo confuso, al verse cogido en sus propias palabras, no le respondió. Al llegar la noche, se tendía en su jergón. Comenzaba ya a conciliar el sueño, cuando de súbito se sobresaltaba y era sacado de su reposo por unos gritos, lúgubres voces y golpes formidables. De repente, sin que se moviese un pestillo, el Cura de Ars se daba cuenta, con horror, de que el demonio estaba junto a él. ´Yo no le decía que entrase -contaba medio en broma medio en serio-, pero él entraba como si se lo hubiese dicho´.Juan Pablo II, con motivo del 50 aniversario de su sacerdote, afirmó: ´Desde los años del seminario había quedado impresionado por la figura del Cura de Ars, sobre todo, por la lectura de su biografía, escrita por Mons. Trochu´.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2015 | Ediciones Palabra |
672 |
978-84-9061-308 |
Colección: Arcaduz |
Comentarios
Excelente biografía del Santo Cura de Ars. Documentada, amena... extensa, pero no cansa, porque está muy bien escrita, con talento narrativo.