Antes de que un pequeño grupo de adolescentes asegurara haberse encontrado allí con la Virgen María en 1981, Medjugorje era una pequeña y aislada aldea católica de la antigua Yugoslavia. Menos de tres décadas después, han acudido ya a Medjugorje más de veinticinco millones de peregrinos. ¿Cómo se gestó este fenómeno social y religioso durante un dictadura comunista en una zona de Europa cuya población hoy es mayoritariamente musulmana? ¿Quienes son los seis videntes y qué mensaje han recibido? ¿ Por qué no confirma ni desmiente la Iglesia católica la veracidad de las apariciones?
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2009 | Libro Libres |
270 |
978-84-92654-02-4 |
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No voy a leer este libro porque ya he leído mucho sobre Medjugorje (pronúnciese Mediugori), pero me llama la atención lo que se dice sobre la oposición de determinados Obispos. Mediugori es mucho más conocido en Italia o en los Estados Unidos, por ejemplo, que en España. En algún sitio leí que el Presidente de la Conferencia Episcopal italiana había acudido una vez a S.S. Juan Pablo II para consultarle sobre las peregrinaciones que se realizaban a ese lugar por iniciativa de los fieles. Al parecer lo que más llamaba la atención de los Obispos era que los peregrinos iban allí y "andan por medio del campo". Hay que decir que las primeras apariciones se produjeron en la falda de un monte, en el que después se erigió una gran cruz, y al que hay que, por necesidad, hay que subir a pie. Cuenta el autor que el venerado Juan Pablo II le contestó: "Dice usted que van allí, rezan y se confiesan; entonces ¿qué mal hacen?". En el mismo libro hay una anécdota simpatiquísima sobre un evangélico norteamericano que sintió en Mediugori el impulso de confesarse y se colocó ante el confesionario del fraile que tenía fama de ser más riguroso de entre los de encontraban allí, y ... el resto de la anécdota se lo dejo para aquellos a los que les guste leer este tipo de libros o desconfíen sobre la sabiduría sacerdotal, o incluso para esos que dicen: "¿Y yo para qué le voy a contar mis pecados a un hombre?". Por lo visto hay sacedotes de todas partes del mundo que van durante sus vacaciones a Mediugori y las pasan allí confesando peregrinos. Lo de las apariciones de la Virgen Santísima es como las demás devociones: cada uno tiene sus favoritas. Personalmente pienso que la madre de Jesús quiso preparar a aquel país -Bosnia- para los grandes males que se avecinaban, por lo que les pidió oración y penitencia. Con posterioridad los videntes dijeron que si se hubiera hecho lo que la Virgen pidió -fundamentalmente rezar mucho- no se hubiera producido una guerra tan cruel y sangrienta. Las apariciones fueron antes de la desmembración de la antigua Yugoslavia, los videntes eran unos seis y no recuerdo si uno de ellos tuvo que participar en la guerra de Bosnia. Cuando la Virgen les explica que todos: católicos, ortodoxos y musulmanes rezan al mismo Dios, uno de los jóvenes le pregunta ingenuamente si entonces es lo mismo ser una cosa que otra. La Vigen le contesta con paciencia: "Piensa por qué me estoy apareciendo precisamente a vosotros". Hay, sin embargo, antecedentes de fenómenos sobrenaturales ligados a la devoción a Nuestro Señor Jesucristo y a su Madre Santísima fuera de la Iglesia católica, entre los coptos egipcios monofisitas, que están sufriendo muchísimo a manos de los islámicos de ese país. Sería bueno rezar por ellos porque están muy solos.
El autor, Jesús García, periodista especializado en asuntos de temática religiosa, aborda de manera completa el fenómeno de Medjugorje. Ha realizado varias peregrinaciones al pueblo del sur de Bosnia-Herzegovina, famoso desde el 24 de junio de 1981. El libro presenta largas entrevistas a personajes clave de los hechos: a tres de los seis videntes, Mirjana, Vika e Ivan; al párroco del comienzo de las apariciones, el franciscano fray Jozo Zovko; al actual presidente de la Conferencia Episcopal de Bosnia-Herzegovina, monseñor Franjo Komarica, etc.
De manera extensa se cuentan los primeros sucesos y el desarrollo hasta hoy de las apariciones. Se describe bien el ambiente de conversión de los peregrinos, la experiencia profunda de fe de los que allí acuden. Pero es claro a la hora de exponer la postura de la Iglesia: la franca oposición del obispo de la diócesis de Mostar, a la que pertenece Medjugorje, en la época de los primeros sucesos, y también del actual, moseñor Ratko Peric. La única declaración oficial de la Iglesia es de la Conferencia Episcopal de la ex Yugoslavia, en 1991: no puede afirmarse que se esté tratando de apariciones sobrenaturales y revelaciones. Pero no es el juicio oficial y definitivo de la Iglesia: el Vaticano ha asumido el caso y la Santa Sede ha nombrado una comisión de expertos que estudian el fenómeno después de pedir a los obispos de Bosnia su opinión en otoño de 2007. Ya en 1998 la Congregación para la Doctrina de la Fe declaró que están permitidas las peregrinaciones bajo la condición de que no se consideren como un reconocimiento de los eventos en curso, los cuales exigen aún una investigación de la Iglesia.
El autor es firme en resaltar lo ortodoxo del mensaje de la Virgen: las llamadas cinco piedras: oración, Eucaristía, Biblia, ayuno y confesión. Se relatan también los eventos anuales más conocidos: las grandes concentraciones el 25 de junio, aniversario de la primeras apariciones, el retiro internacional de sacerdotes en julio, la fiesta de los jóvenes en agosto. Para hacerse una idea de la afluencia actual de peregrinos los datos cantan: 1.608.100 comuniones en 2007 y una media diaria de 94 sacerdotes concelebrando, por no hablar de la penitencia: a Medjugorje se le llama el confesonario del mundo. También se incluyen relatos de conversiones y otros testimonios en torno al fenómeno.
Con lo que nos escribe Jesús García podemos adentrarnos bien, cara a una simple curiosidad o a una posible peregrinación, en los asombrosos sucesos de Medjugorje: tanto del impresionante clima de conversión que allí se respira, como del continuo hecho de las apariciones: no olvidemos que estas continúan, incluso diarias a alguno de los videntes.