«Bueno, intento darle a la gente lo que quiere. Es un trabajo duro.» «Lo que quiere la gente es justo lo que no se cuenta, y yo voy a contarlo.» Así define George Flack -representante de la prensa, «la gran institución de nuestro tiempo»- su profesión, y el papel que está determinado a desempeñar en ella. Frente a Flack, un elocuente cazador de lo que hoy llamaríamos noticias del corazón, se alza un cuadro internacional típicamente jamesiano: un rico viudo norteamericano alojado en un hotel de París con sus dos hijas, una de ellas prometida a un joven de una familia también norteamericana, pero ya tan afrancesada que «el sentido de la familia no era entre ellos una tiranía sino una religión». Disparidades de cultura y de modales, de sinceridad y de aspiraciones, tendrán que ser delicadamente vencidas para consolidar el compromiso entre los dos jóvenes... antes de que el voraz periodismo se inmiscuya dispuesto a airear «todo lo que es privado y espantoso». En El Eco (1888) Henry James anticipa el tráfico de intimidades.
Comentarios
El autor quiere poner de manifiesto la disparidad de culturas y modales americanos y franceses -o americanos afrancesados- en lo que hay se llama prensa del corazón , adelantándose a ella, ya que la obra fué escrita en 1888. Novela ligera, lineal, de pocos personajes, todos ellos menos uno bastante grises, y con una larga, larguísima puesta en escena de la trama pues ocupa el ochenta por ciento de la obra. Marca la época en que "la familia" en sentido de clan está por encima del individuo y esto los hace débiles de caracter, indecisos, blandos a lo que ayuda el que pocos de ellos trabajen o lo hagan poco; viven blandamente de las rentas. Resulta muy lenta e insípida en su desarrollo para rematar con una velocidad exponencial la sencilla trama en unas pocas páginas. No es de las obras que dejen huella en el lector.