Tengo y Aomame se habían conocido siendo niños. La vida los separó pero ellos conservan un amoroso recuerdo de su encuentro. En 1984 –referencia a la obra de Orwell del mismo título- ambos se ven introducidos en un mundo diferente: paralelo y al mismo tiempo inserto en el mundo real. Aomame lo bautiza como 1Q84. Este mundo se caracteriza por tener dos lunas que sólo ven los iniciados y se encuentra amenazado por unos personajes misteriosos denominados "little people", la gente pequeña. Tengo y Aomame desearían encontrarse en este mundo paralelo, pero no será posible.
Comentarios
Hay pecados en los que uno
Hay pecados en los que uno recae una y otra vez. Murakami es uno de ellos. Su forma de narrar es clara y es un maestro en la descripción de ambientes y personajes, pero… una buena novela tiene que serlo hasta el final. No cabe escribir trescientas páginas estupendas y dejar que el resto se las componga como pueda. No se puede hacer media novela realista y del resto un cuento infantil. La imaginación en una novela se ha de mover en un nivel homogéneo. Dar rienda suelta a la imaginación para terminar demuestra que el autor no sabe cómo resolver la situación que él mismo ha creado.
Luego está el sexo. Es de suponer que un autor consagrado quiera que sus novelas se sigan leyendo en el futuro. ¿Cómo sabe Murakami que los lectores dentro de treinta años, por ejemplo, van a estar tan obsesionados por el sexo como lo están los de hoy? ¿No le preocupa que llegue un día en que sus novelas se clasifiquen sin más como "pornográficas"? Hay cuestiones que se apuntan en esta obra, a las que el autor no da continuidad, y que pueden tener mucho más interés que el sexo, como son los malos tratos a las mujeres o a los niños, incluso la personalidad de Tamaru, el mayordomo homosexual.
No es fácil asumir que un autor japonés construya hipótesis sobre la iglesia católica. El autor la cita al menos dos veces. Nos encontramos todavía lejos, pero aterra pensar que Murakami pueda convertirse en un Dan Brown. Como elemento positivo digamos que el autor sigue relatando muy bien y sabe poner de relieve la soledad en la que viven sus personajes, a la que se encuentran perfectamente adaptados.