Una novela histórica es
una novela en la que el fondo de la trama o algunos de sus personajes discurren
en tiempos ya pasado y conocidos por la Historia. La novela
histórica se diferencia de la biografía novelada o de la historia
novelada. Por ser novela, la novela
histórica mezcla realidad con ficción. En realidad, es un
"pudiera haber sido". Dentro de la novela histórica hay dos
aspectos fundamentales: la calidad literaria y la correspondencia con un tiempo
histórico concreto. La
calidad literaria se evalúa de acuerdo a parámetros
lingüísticos y de estilo pero también con respecto a
parámetros relacionados con el mismo interés del relato y su
capacidad de captar la atención del lector, En cuanto a la correspondencia con un
tiempo histórico concreto, no todas las novelas históricas son
iguales y a veces se confunden términos: hay una gradación desde
las biografías noveladas que cuentan la vida de personajes muy conocidos
con datos concretos tomados de lo que se conserva en cartas, códices y
diversas fuentes. Aquí podríamos incluirse como ejemplos
"La columna de Hierro" de Taylor Cadwell,
"Alexandros" de Manfredi
o las maravillosas biografías de Stephen Zweig, por no hablar de "Yo, Claudio" de Robert Graves o "El conde Belisario" del mismo
autor. Cualquiera de estos libros
que son novelas y bien documentadas, mezclan elementos reales de la historia con otros que no lo son en
absoluto o que incluso contradicen la realidad histórica de al
época. Así, la
visión que Robert Graves da del conde
Belisario – general de Justiniano - o del mismo emperador son un poco deformadas y sin embargo son biografías
noveladas que se consideran válidas. La literatura es ficción que se
introduce en el mundo real.
Después está la
historia novelada, ejemplo de historia novelada, es "Guerra y Paz"
de Tolstoi o, por ejemplo, "Suite
Francesa" de Irene Nemiróvski. En esta última se revive casi a
tiempo real la entrada de los nazis en París, se introducen personajes
que pudieran haber existido pero que no existieron. En la novela del autor ruso
se recrean las campañas napoleónicas vividas por el mismo Tolstoi. En la
historia novelada hay parte de ficción y parte de realidad, si no
hubiera ficción no serían noveladas; serían
crónicas de guerra o artículos históricos.
Por último, tenemos la
novela histórica, tan en boga en nuestros tiempos. La novela histórica es pura
ficción, en ella hay algunos elementos que conexionan con una
época histórica concreta en mayor o menor grado. Hay maravillosas novelas
históricas, que meten "la pata" desde el punto de vista
histórico. Un ejemplo
reciente, es "León el Africano" de Amin
Maalouff, novela que recomiendo encarecidamente. En ella se describe maravillosamente la
conquista de Granada por los cristianos y la ciudad en esa época. Después, el protagonista de la
novela acaba en la Roma del Renacimiento y vive el saqueo de la ciudad por las
tropas de Carlos V. Maalouff comete un gazapo
histórico, porque afirma que los soldados de Carlos V eran protestantes
y esto ocurría en 1527. En esa época Lutero
acababa de colgar sus famosas 95 Tesis en Wittemberg,
el protestantismo estaba aún naciendo. Este gazapo histórico no quita
para que "León el Africano" sea una de las mejores novelas
históricas que se han publicado en los últimos años.
Otra maravillosa novela
histórica es "Talos de Esparta", en ella se revive la guerra
de los ilotas y la batalla de la Termópilas. La visión de
Leonidas, de los atenienses y espartanos de la época es también
en muchos aspectos cuestionable. Manfredi además mezcla realidad con leyendas y
magia. Es una novela
histórica con un tinte mágico, en la caracterización de
los personajes comete errores; también en la coincidencia de
determinados aspectos históricos.
Errores históricos en las
novelas históricas hay muchos. Pretender conocer la historia de los
pueblos, de los países y de las personas a través de la novela
histórica es un error. Para
aprender historia es preciso leer libros de historia. La novela histórica nos pica la
curiosidad para después investigar sobre un tiempo concreto.
En Junio del 2006 se
publicó "La Reina sin nombre", en menos de un año ha
llegado a siete reimpresiones, con más de veinte mil ejemplares
vendidos. "La reina sin
nombre" se desarrolla en un período de tiempo oscuro en la
historia de España: la novela dibuja un tiempo que va desde la muerte de
Amalarico en el 531 hasta la llegada al trono de
Leovigildo en el 568. Es una novela
de la Hispania visigoda. No es una novela celta como se ha
interpretado en algún foro.
En realidad, es la biografía novelada de la primera mujer de
Leovigildo, una mujer cuyo nombre no ha pasado a la historia y que fue la madre
de Hermenegildo y Recaredo.
La novela está dividida en
dos partes; la primera alude a los pueblos que poblaban el Norte de
España y es la parte más "celta" de la novela, cubre
las lagunas históricas con leyendas, eso es sólo un recurso de
ficción. En el Norte hay pocos datos de lo que ocurría en
aquellas fechas, por lo que cabe casi cualquier posibilidad para la
creatividad.
En la parte final de la novela se
explica que los pueblos del norte de España no eran propiamente celtas,
pero que estaban influenciados por las corrientes migratorias, tan frecuentes
en el siglo VI causadas por las invasiones bárbaras que asolaban Europa
en ese período de tiempo complicado, oscuro y difícil de la
historia del continente. Lo que sabemos con certeza es que en aquella
época se produjeron migraciones desde las islas británicas al
norte de España. Es posible
que el celtismo del Norte de España se deba en parte a esas migraciones
y así se afirma al final de la novela.
Aquí creo que hay que
diferenciar el celtismo de lo propiamente celta. Para hablar de pueblos celtas
tendríamos que remontarnos a varios siglos antes de Cristo, conocer que
los celtas no constituyeron nunca una única nación y que
impregnaron Europa desde Turquía hasta la península
ibérica. En la península ibérica, los pueblos propiamente
celtas ocuparon fundamentalmente la meseta norte.
Otra cosa es el celtismo, el
celtismo pervive en nuestros días en los países del eje
atlántico de Europa. No
sabemos bien porqué pero Galicia y Asturias son celtas, celtas en sus
costumbres, celtas en su folklore, celtas en sus leyendas. Y sobre todo celtas en sus gentes;
muchas veces yendo por las calles de cualquier pueblo o lugar de norte se
adivinan sujetos con unas características antropomórficas que
podrían corresponder a gentes de las islas británicas o de la
Bretaña francesa. Es el gran
eje atlántico que ha mantenido contactos ininterrumpidos desde la
época precristiana hasta el siglo XIX. Eso es lo que "La reina sin
nombre", utilizando elementos legendarios, pretende desarrollar. Así, las relaciones entre los pueblos
celtas del Norte de España y los pueblos de las islas británicas,
están relatadas en la novela por una curandera – Romila - que las describe así, como leyendas.
En la época de la
conquista romana existían una serie de pueblos que fueron descritos por
los historiadores romanos dentro de los astures y
cántabros. Es verdad que es cuestionable la pervivencia en el siglo V y
VI de los grupos étnicos que describe Estrabón
en época de la conquista romana. En la novela se describen tribus de albiones, cilenos, tamaricos, luggones etc... y esto podría ser
anacrónico. Sin embargo, y
como recoge Santos Yangüas en su libros
"Los Pueblos de la
España Antigua" tras la caída del Imperio
Romano se produjo un resurgir de aquellos pueblos sometidos y eso se puede
recoger en documentos de la época (Santos Yangüas,
Juan. Los Pueblos de la Hispania Antigua. Historia
16. Madrid 1997). También
sabemos que había distintos pueblos contra los que luchó
Leovigildo; entre otros los sappos y los roccones (Peralta Labrador, Eduardo. Los Cántabros
antes de Roma. Real Academia de la Historia. Madrid 1998). Este último grupo que se describe
como particularmente sanguinario es identificado por algunos autores con los luggones de los tiempos romanos, ya que la r y la l son
consonantes que pueden intercambiarse al igual que la g y la k.
Los sacrificios humanos de los pueblos del Norte son
mencionados en época visigoda por Martín de Braga (Martín
de Braga. Sermón contra las supersticiones rurales. Ed.
Albir. Barcelona 1981). La romanización de
Cantabria tardía y superficial nunca logró imponerse plenamente a
la cultura de este pueblo. Roma no cambió sus estructuras sociales, su
organización familiar, la economía ganadera o los dioses, se
limitó a integrar a los cántabros dentro de su propia
organización provincial y a tenerlos controlados militarmente. (Peralta
Labrador, Eduardo. Los Cántabros antes de Roma.
Real Academia de la
Historia. Madrid 1998)
Entre los pueblos celtas era
frecuente la presencia de recipientes mágicos y de uso ritual: entre
otros el famoso caldero Gundestrup, una de las
fuentes que nos permite a través de sus grabados conocer como era la
vida de los celtas. Es ahí
donde conecta el otro problema que plantea la novela: el tema de la copa
mágica. Igual que existe un
realismo mágico, y aquí tenemos ejemplos como Truman
Capote en el Arpa de Hierba o en García Márquez en Cien
años de Soledad; puede existir una novela histórica con elementos
mágicos o míticos.
Esta sería La Reina sin Nombre. La copa mágica con su
descripción tal y como se enuncia en la novela, está tomada de
una noticia que apareció en la prensa de una copa ritual hallada en
Inglaterra, de mediados del siglo VI. En cuanto a la trayectoria europea de la
copa sagrada de la Ultima
Cena, hay que aclarar también lo que es ficción
y lo que puede ser realidad. Al
parecer, los primeros Papas utilizaban una copa que según la
Tradición había sido usada por Jesucristo en la Última Cena. La historia afirma que
tras el martirio de San Lorenzo, esa copa fue traslada a España, en
concreto a Huesca, en el siglo V, que durante la Edad Media se
conservó en el Monasterio de San Juan de la Peña y que,
finalmente, está conservada en la Catedral de Valencia. Lo único que la novela plantea es
que la copa de la Ultima
Cena pudo haber llegado a España, no a través
de los discípulos de un santo, sino tras el saqueo de Roma por Alarico.
La copa de la cena consta de dos
partes, una parte oriental que es un maravilloso cuenco de ónice –
piedra semipreciosa – que es de origen antiguo siglo III o IV a.c. y lo
que sostiene a la copa que es posterior, al parecer medieval. Desde luego, lo que no sabemos es como
pudo estar dispuesta la copa de ónice en el siglo VI y ahí es
donde entra la imaginación del escritor. La relación del Grial con el
celtismo es algo evidente en las leyendas medievales. Imaginar una conexión inmemorial
entre el Grial y los pueblos célticos no es algo descabellado, sino que
entra dentro de lo que conocemos como ficción mágica. Y es que de nuevo nos hallamos ante un
recurso literario. La Reina sin
Nombre es la primera de una trilogía sobre la Hispania
de los Visigodos, es posible que en la continuación se explique como una
copa celta llegó a estar ligada con la copa de ónice que parece
ser el verdadero Grial.
Un último aspecto es la
presencia del monoteísmo entre los celtas. Los celtas, el druidismo y las
religiones esotéricas están de moda. Hay en el ambiente y relacionada con la New Age una serie de especulaciones en
relación al celtismo. Los
druidas no escribieron acerca de su religión, lo poco que sabemos se
debe fundamentalmente a los monjes celtas que cristianizaron Irlanda y
guardaron algunas tradiciones. Hay
una novela "El Druida" de Morgan Lewellyn que describe la vida del caudillo galo Vercingetórix y del druida que le
acompañó. Toda la
novela de cabo a rabo plantea una visión totalmente New
Age y mágica de la actividad
druídica. Yo no estoy de
acuerdo con esto pero lo respeto. A
mi me parece más probable que los celtas
tuvieran aspectos afines al cristianismo y de ahí procediese la
rápida conversión de los últimos celtas realmente
pervivientes en Europa: los celtas irlandeses. Estos celtas a través del
monacato celta, en gran medida enfrentado con Roma, fueron los que
cristianizaron el agro de la zona continental, fundando conventos como San Gall en Suiza y Bobbio en
Italia.
Por otro lado, no es
extraño que los celtas que asolaron Delfos y
llegaron a Grecia conociesen la Tradición Filosófica griega y la
escuela pitagórica. La idea
de un Único Posible, es decir un Ser Todopoderoso enlaza con la
filosofía aristotélica de un Motor Inmóvil, fuente de todo
el Universo. Es ahí donde se
encuadra la visión del Único Posible que aparece en la Reina sin Nombre. Lo que se relata en la novela es que
dentro de la escuela druídica habría diversas tradiciones unas
más afines a una visión monoteísta y otras alejadas de
ella.
Por último hay datos
históricos fehacientes de que el druidismo, así como ciertas
escuelas druídicas, persistieron en Irlanda y sobre todo en la Isla de Man hasta el siglo X.
Es verdad que en la novela
aparecen muchas controversias históricas que todavía no han sido
totalmente resueltas; pero eso no implica que no esté fundamentada desde
el punto de vista histórico.
Continuamente aparecen nuevos descubrimientos arqueológicos que
modifican la visión que tenemos de los tiempos antiguos, y que nos
llevan a variar concepciones preestablecidas. En historia, como en muchas otras
disciplinas, no hay dogmas; sino teorías expuestas a una continua
revisión.
María Gudín
María Gudín,
La reina sin nombre, Ediciones B, 2006
http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=4812