style='mso-ansi-language:EN-US'>"The
Bucket List" en Cuaresma
style='mso-ansi-language:EN-US'>
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style='mso-bidi-font-weight:bold'> Una
interesante película titulada "The Bucket
List" plantea algunas cuestiones fundamentales a este respecto. Dos
enfermos de cáncer tienen los días contados y se hacen amigos en el hospital, a
pesar de tener grandes diferencias de raza, de cultura, de pensamiento y de
posición social. Uno de ellos es rico pero descreído, el otro es normal hasta
en las creencias elementales, no específicamente cristianas. Hizo una lista de
aquello le habría gustado disfrutar en vida, y el rico le propone cumplir
juntos todos esos deseos, siguiendo la máxima de "ahora o nunca". Se ponen a
ello y van descubriendo las cosas importantes de la vida, comenzando por los caprichos
e ilusiones, los viajes para contemplar la belleza del mundo. De modo
ascendente, llegan a valorar el amor de
las personas, y a intuir la realidad que les aguarda más allá de la muerte.
style='mso-bidi-font-weight:bold'>
El
papa Benedicto XVI sorprendió a los medios de opinión con sus palabras acerca
del limbo o el purgatorio, en la misma línea de Juan Pablo II, cuando
expuso la doctrina católica sobre la
vida eterna, las realidades últimas para el hombre. Subrayaba que el Cielo y el
Infierno no son simplemente unos "lugares" sino un estado de unión o de
separación definitivas de Dios. Ha hablado del Cielo, del Infierno, del
Purgatorio, de la resurrección de los muertos y del Juicio final de Dios,
describiendo esas realidades con sobriedad porque sabemos lo suficiente, pero
ignoramos muchos detalles que Dios no ha querido revelar. Recordaba el Papa que
el Cielo no es un paraje bucólico ilustrado por los artistas, sino la relación
personal con Dios en el amor; y que el Infierno es el alejamiento definitivo
del Dios bueno, libremente rechazado por la persona durante su vida y sellado
para siempre con la muerte. Que el Purgatorio no es tanto un lugar cuanto la
condición de vida de quienes, después de la muerte, viven una purificación en
el amor de Dios, y aguardan nuestras oraciones.
La
esperanza teologal no nos aparta del mundo, sino que nos lleva a meternos de
lleno en él para ordenarlo a Dios, lo cual requiere vivir el espíritu de las
Bienaventuranzas enseñadas por Jesucristo.
Jesús Ortiz López
Doctor en Derecho Canónico