¿Interesa
la vida privada de Berlusconi? Las manifestaciones indican que a los italianos
sí les importa el comportamiento moral de su Presidente. ¿Se extralimitan los
ciudadanos al pedir que Berlusconi sea juzgado por cohecho y prostitución de
menores? No lo parece pues la mayoría rechaza estas conductas deleznables.
¿Desaparece entonces la frontera entre vida privada y vida pública? Estamos
ante un moderno tabú, según el cual lo importante es que un político actúe de
acuerdo con la legalidad, aunque su conducta sea inmoral.
style='mso-spacerun:yes'>
style='font-family:"Times New Roman","serif"'>Vida privada y vida pública
Estamos
de acuerdo en que la legalidad y la moralidad no coinciden, y que las
autoridades no deben perseguir todas las conductas inmorales de las personas. Afortunadamente
vivimos en países democráticos con separación de poderes, al menos formalmente,
si bien comprobamos que una y otra vez los gobiernos, el central y los
autonómicos, maniobran con la Justicia. A pesar de ello, y muchas veces gracias
a la prensa, sí vivimos en una democracia estando lejos de los países no
democráticos. Con más razón nos separan
style='mso-spacerun:yes'> años luz de los países islamizados sometidos a
la sharía, esa
ley que configura una sociedad
teocrática; y afortunadamente también lo estamos de los talibanes que imponen
sus leyes con sangre y dinamita.
Ciertamente
estamos lejos de esos poderes que mezclan lo público y lo privado. Y sin
embargo el olfato moral de cualquier ciudadano de un país libre percibe que las
conductas privadas inmorales repercuten en el quehacer profesional, político e
institucional. A los italianos sí les afecta el desmadre sexual de Berlusconi y,
en otro orden de cosas, a los españoles nos afectan:
style='mso-spacerun:yes'> los favores de amigos a ciertos
políticos beneficio de sus propiedades; las vacaciones caribeñas de dirigentes
sindicales; las parrandas de algunos alcaldes con constructores beneficiados
sin concurso; los fraudes sindicales con la situación laboral de los mineros. Y
un largo etcétera que llenaría varias páginas con la impresentable vida privada
mezclada con la pública de algunos personajes españoles.
style='font-family:"Times New Roman","serif"'>Rectitud moral personal
Por
tanto, dejando claro el principio de que lo moral es más amplio que lo legal,
habría que añadir que lo moral es también más profundo que lo legal. De ahí que
quien engaña y abusa en la esfera privada desarrolla vicios que traspasan fácilmente
la frontera de lo legal, contaminando así la esfera pública con su inmoralidad.
En definitiva, a los ciudadanos sí nos interesa conocer la catadura moral de los
dirigentes: habría que romper el tabú que manda ignorar la vida privada de los
hombres y mujeres públicos aunque seamos políticamente incorrectos. Es una
cuestión de higiene mental y social.
style='mso-tab-count:1'>
Me
viene a la mente un libro reciente de A. Sonnenfeld
en el cual reflexiona sobre el liderazgo ético, cuando los dirigentes trabajan
por el bien común, defienden la dignidad humana, y muestran coherencia entre la
ética privada y la pública (Sonnenfeld 2010).
Si alguien piensa que esto es una utopía necesita leer esta obra y otras más,
para salir del escepticismo y vivir con esperanza, sin la cual el hombre muere
y la sociedad queda en manos de los desalmados.
Porque
una idea capital es que el triunfo es indivisible. No basta con hacerse con un
Ministerio, triunfar en un partido político, especular en la bolsa de Madrid o
de Londres, como sueñan algunos jóvenes. Lo importante es triunfar como
personas: no el tener más sino
style='mso-bidi-font-style:normal'> el
ser más, cuando uno ha ejercitado la sabiduría de decidir bien, de actuar de
acuerdo con la recta conciencia, de practicar las virtudes que hacen moralmente
buena a la persona. La vida buena es
muy distinta de la buena vida, aunque
parece que no todos son capaces de distinguir una de otra.
Se
trata de ser responsables en el sentido más elemental del término cuando la
persona da respuesta a los requerimientos del buen hacer, sin el cual no hay
familia, ni trabajo constructivo, ni servicio a la sociedad. Esto es lo que se
denomina moral de la persona, cuando uno asume las
responsabilidad de sus actos y se muestra coherente con los principios,
sin los cuales el ser humano se desliza por la pendiente del egoísmo y la
esquizofrenia social (Ortiz 2011).
Bien lo supo expresar Groucho Marx en aquella
style='mso-spacerun:yes'> salida de una discusión afirmando con
estudiado engolamiento: «Estos son mis principios, pero si a usted no le gustan
tengo otros».
Jesús
Ortiz López
Doctor
en Derecho Canónico
Sonnenfeld
style='font-family:"Times New Roman","serif"'>, A. (2010) Liderazgo
ético, Encuentro, Madrid
Ortiz,
J. (2011)
href="http://www.clubdellector.com/fichalibro.php?idlibro=8849">Compromiso,
Cobel, Madrid