La pobreza cristiana no es fácil de comprender. Hay pobres pobres, ricos ricos, y también
pobres que son ricos, o ricos que son pobres. Rafaela Ybarra de Vilallonga, madre de familia rica de Bilbao a finales del
siglo XIX fue beatificada hace unos años por Juan Pablo II y ahora José Luis Olaizola publica un libro sobre ella, casi una novela
costumbrista titulado El Jardín de
los tilos. Recomendable para ver cómo la buena posición puede ser un
trampolín para vivir profundamente la caridad. Si no, probablemente no
existirían universidades, colegios, hospitales, asilos, cajas de ahorro, etc.,
pues nacieron de la caridad de gente rica y con fe.
Lo
sorprendente es que Rafaela fue esposa jovencísima y enamorada de José Vilallonga, madre de cinco hijos, uno con minusvalía,
profesional de hogar -diríamos hoy- para educar a sus hijos y dirigir el
servicio. Hasta el punto de acondicionar una zona exterior de la casa familiar,
La Cava, como lugar de acogida y de organización
para los necesitados. No extraña que su esposo bastante mayor que ella
estuviera también muy enamorado, que le ayudara en cuanto necesitaba y le
aconsejara con prudencia y autoridad.
Fundó La Casa de Misericordia, bien conocida en
Bilbao y alrededores. Y sobre todo fundaría después la comunidad de los Santos
Ángeles Custodios aprobada como Congregación el mismo año de su muerte después
de su muerte. Una obra que comenzó por moción divina para recoger a jóvenes
necesitadas para que cayeran en la marginación.
José Luis Olaizola ha escrito una biografía nada convencional, casi
como una novela que se lee con interés desde el título, El Jardín de los Tilos, alusión a jardín de la mansión familiar,
sin secretos misteriosos ni sucesos truculentos pero sí sugiriendo el gran secreto
del amor que sabe darse con el mismo corazón al marido, a los hijos, a las
amistades y a los necesitados. En torno esta familia conocerá el lector el
ambiente de finales del siglo XIX y comienzo del XX así como la vida social en
Bilbao, donde grandes familias desarrollan la industria, y donde conviven la
burguesía con la pobreza de los inmigrantes, especialmente las chicas jóvenes,
y donde siempre hay almas nobles que dejan la vida elevando al prójimo por amor
de Dios.
Jesús Ortiz López