Lord Harrowby, directamente llegado de Londres, se presenta en las oficinas de la compañía de seguros Lloyd’s en Nueva York con una insólita petición: quiere hacerse un «seguro de boda», es decir, quiere suscribir una póliza que le asegure que su inminente boda con la joven Cynthia Meyrick, hija de un magnate neoyorquino, llegará a celebrarse; en caso contrario, la aseguradora habrá de compensarle económicamente.