Una modelo aparece asesinada a la puerta de su casa. El detective sin nombre es acusado del crimen y se ve obligado a investigarlo. Detrás de este suceso se encuestra la siniestra sociedad APALF, constituída para el desarrollo y proyección internacional de Barcelona.
Edición | Editorial | Páginas | ISBN | Observaciones |
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2015 | Editorial Planeta-booket |
314 |
97884-322-29954 |
Edición 2017. |
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Una palabra que define a
Una palabra que define a Eduardo Mendoza como escritor es "gamberro". No como lo fue Camilo José de Cela, un gamberro español y ruídoso, sino un gamberro catalán y educado. Se dice que Mendoza es cervantista y en la presente edición se nos recuerda que ha recibido el Premio Cervantes; entonces podemos preguntarnos: ¿Es El Quijote una obra "gamberra"? Probablemente lo sea.
Nada acredita más esta condición de Mendoza que sus novelas del detective sin nombre. El autor vuelca en ellas todo su humor y falta de inhibiciones junto con la crítica de la sociedad que le rodea. Esta última novela del detective sin nombre multiplica estas características y añade dos más: la dispersión y falta de unidad temporal. Los personajes se multiplican y la investigación da un salto de veinte años hasta alcanzar su conclusión. El autor está infringiendo demasiadas normas.
Quiero fijarme, sin embargo, en la dialéctica Madrid-Barcelona en esta obra. Ya en novelas anteriores el autor había caricaturizado a los policías haciéndoles hablar un castellano vulgar y deformado, algo que repite ahora. Pero no es sólo eso; en la página 249 leemos: "Yo y Cecilia no somos una pareja ejemplar; con toda seguridad me engaña con otros; a mis espaldas me critica, y también a la cara y me hace escarnio; sisa en las cuentas, descuida la casa y si pudiera me echaría cianuro en el carajillo. Sin embargo, dígame, ¿no es ése el comportamiento habitual de la mujer española?". La pregunta es ¿por qué de pronto española? ¿No estamos nos estamos refiriendo en todo momento a Cataluña y la acción transcurre en Barcelona? ¿No son catalanes sus protagonistas? La respuesta está en que atribuir esos rasgos negativos a la mujer catalana sería muy fuerte, digamos entonces "española" y todo queda más disimulado. Se me podría objetar que estamos ante una novela humorística y que la referencia a la mujer española es una humorada más; que Mendoza también se burla de los empresarios, de los transexuales y hasta de los chinos. Muy cierto, pero hay chistes que están fuera de contexto y que revelan una mentalidad.
El autor sólo cita a Madrid en un pasaje de la novela, y es cuando habla de un programa de televisión al que califica de ultraderecha y trasfondo católico. Dicha televisión -aclara- es de Madrid. Parece como si todo lo malo y atrasado procediera del mismo lugar. Es sabido que Mendoza tenía originalmente una ideología anarquista y por lo tanto no nacionalista, pero al final, como escribió Miura, "los extremeños se tocan".