El itinerario profesional y literario de Díaz-Plaja abarca un largo periodo, que comienza en 1926, cuando llega a la Universidad de Barcelona para estudiar Filosofía y Letras. Hijo de un militar, el joven sólo es catalán por parte de madre. En Barcelona tuvo sus primeros contactos con las vanguardias artísticas y literarias del momento. A través de las tertulias literarias tuvo ocasión de conocer a personajes tan significados como García Lorca o Dalí. En Barcelona se publicaron sus primeras colaboraciones periodísticas y obtuvo el Premio Extraordinario de Licenciatura.
Extraordinariamente precoz, en 1932 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura, y en 1935 la Cátedra de Lengua y Literatura en el Instituto Jaime Balmes de Barcelona. En ella se mantendrá después de la Guerra Civil, durante el periodo franquista. En 1943 publicó una Historia de la Literatura Española para estudiantes de Bachillerato que alcanzó numerosas ediciones en España y América, y en 1967 ingresó en la Real Academia Española de la Lengua. A lo largo de su vida publicó más de doscientos títulos, incluído el autobiográfico "Retrato de un escritor", en 1978.
A cuenta de las nostalgias, el autor recuerda con afecto la ciudad de Gerona en la que cursó el Bachillerato; a sus profesores de entonces, alguno de los cuales relaciona con la Institución Libre de Enseñanza, y a condiscípulos como Jaime Vicens Vives o el historiador Jaime Batllori, que luego ingresó en la Compañía de Jesús. Más adelante tratará de los autores que conoció: Azorín, Baroja, los hermanos Machado, Juan Ramón y un largo etcétera. Dada su afición a los viajes, también tuvo ocasión de mantener contacto con los escritores españoles en el exilio. Habla muy elogiosamente de los que volvieron, como Ortega o Marañón, que -afirma- mantuvieron la llama intelectual en el país durante el franquismo más allá de los cauces oficiales. Díaz-Plaja habla con verdadero entusiasmo de su afición por el teatro. Entre 1939 y 1970 fue director del Instituto de Teatro de la Diputación de Barcelona.
El autor se esfuerza por situarse entre los vencidos de la Guerra Civil. De hecho estuvo movilizado y prestó sus servicios en artillería de costa cerca de Barcelona, pero no parece que tuviera afinidades políticas. Después de la guerra fue sometido a un juicio de depuración y absuelto, lo que le permitió conservar la cátedra. Posteriormente ocupó algunos cargos en Madrid, como la dirección del Instituto Nacional del Libro Español. Mantiene la tesis de que España no ha sabido relacionarse con Cataluña (utiliza el símil de la autonomía cubana y la guerra de Cuba) pero tampoco con demasiado entusiasmo. Yo creo que es un lugar común entre los catalanes (¿por qué no viceversa?). A la llegada de la democracia militó en UCD.
No estamos propiamente ante una biografía, sino ante un repaso profesional y literario de la vida del autor ligeramente autolaudatorio. Ello le resta interés al libro, aunque seguramente lo tendrá para los estudiantes de Literatura.
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El itinerario profesional y
El itinerario profesional y literario de Díaz-Plaja abarca un largo periodo, que comienza en 1926, cuando llega a la Universidad de Barcelona para estudiar Filosofía y Letras. Hijo de un militar, el joven sólo es catalán por parte de madre. En Barcelona tuvo sus primeros contactos con las vanguardias artísticas y literarias del momento. A través de las tertulias literarias tuvo ocasión de conocer a personajes tan significados como García Lorca o Dalí. En Barcelona se publicaron sus primeras colaboraciones periodísticas y obtuvo el Premio Extraordinario de Licenciatura.
Extraordinariamente precoz, en 1932 le fue concedido el Premio Nacional de Literatura, y en 1935 la Cátedra de Lengua y Literatura en el Instituto Jaime Balmes de Barcelona. En ella se mantendrá después de la Guerra Civil, durante el periodo franquista. En 1943 publicó una Historia de la Literatura Española para estudiantes de Bachillerato que alcanzó numerosas ediciones en España y América, y en 1967 ingresó en la Real Academia Española de la Lengua. A lo largo de su vida publicó más de doscientos títulos, incluído el autobiográfico "Retrato de un escritor", en 1978.
A cuenta de las nostalgias, el autor recuerda con afecto la ciudad de Gerona en la que cursó el Bachillerato; a sus profesores de entonces, alguno de los cuales relaciona con la Institución Libre de Enseñanza, y a condiscípulos como Jaime Vicens Vives o el historiador Jaime Batllori, que luego ingresó en la Compañía de Jesús. Más adelante tratará de los autores que conoció: Azorín, Baroja, los hermanos Machado, Juan Ramón y un largo etcétera. Dada su afición a los viajes, también tuvo ocasión de mantener contacto con los escritores españoles en el exilio. Habla muy elogiosamente de los que volvieron, como Ortega o Marañón, que -afirma- mantuvieron la llama intelectual en el país durante el franquismo más allá de los cauces oficiales. Díaz-Plaja habla con verdadero entusiasmo de su afición por el teatro. Entre 1939 y 1970 fue director del Instituto de Teatro de la Diputación de Barcelona.
El autor se esfuerza por situarse entre los vencidos de la Guerra Civil. De hecho estuvo movilizado y prestó sus servicios en artillería de costa cerca de Barcelona, pero no parece que tuviera afinidades políticas. Después de la guerra fue sometido a un juicio de depuración y absuelto, lo que le permitió conservar la cátedra. Posteriormente ocupó algunos cargos en Madrid, como la dirección del Instituto Nacional del Libro Español. Mantiene la tesis de que España no ha sabido relacionarse con Cataluña (utiliza el símil de la autonomía cubana y la guerra de Cuba) pero tampoco con demasiado entusiasmo. Yo creo que es un lugar común entre los catalanes (¿por qué no viceversa?). A la llegada de la democracia militó en UCD.
No estamos propiamente ante una biografía, sino ante un repaso profesional y literario de la vida del autor ligeramente autolaudatorio. Ello le resta interés al libro, aunque seguramente lo tendrá para los estudiantes de Literatura.