Un antiguo miembro de los servicios de información españoles recibe la llamada de un viejo compañero que le pide que ayuda a su hija, en peligro. Con ese motivo, recuerda sus actividades en la lucha oculta contra el terrorismo en otro país (Francia). Y se enfrenta a problemas con otros servicios policiales.
Comentarios
La novela sigue dos líneas
La novela sigue dos líneas argumentales. La primera es la incorporación de Púa -nombre en clave- a los servicios secretos españoles, su formación y actuaciones de vigilancia e infiltración antiterrorista en el sur de Francia. Su compañero en esas tareas obedece al nombre en clave de Mazo.
Pasan los años y cuando Púa ya está retirado del servicio recibe un mensaje de su antiguo compañero desde un hospital: se acerca el momento de su muerte y necesita que su amigo libre a la hija de Mazo de una situación difícil. Las dificultades del protagonista para cumplir la promesa realizada constituyen la segunda línea argumental de la novela.
Lorenzo Silva va alternando en capítulos breves ambos argumentos -el pasado y el actual- y consigue mantener la atención del lector. Silva escribe bien y hace que el relato se lea con facilidad, pero ¡ay! lo que comienza muy bien en la primera parte pierde credibilidad más adelante. Determinados detalles acerca de la infiltración de los agentes en el mundo de los terroristas carecen de verosimilitud; a partir de ese momento la novela se precipita en situaciones inexplicadas y el epílogo es para tirarse de los pelos.
Silva ha demostrado en la saga sobre el sargento Bevilaqua que lo que atrae más al lector son sus personajes. Púa es un personaje convincente, simpático y es una pena estropearlo con detalles innecesarios. Nos encontramos ante la deriva comercial de las novelas actuales: "¡Añadámosle cincuenta páginas más!" y el resultado se desvirtúa. Es seguro que cuando Salinger escribió El guardián en el centeno o Saroyan La comedia humana nadie les pidió que añadieran un par de capítulos.
Las primeras páginas del libro, en las que aparece Púa al frente de una librería de segunda mano y las reflexiones que realiza sobre ese comercio son estupendas, nos recuerdan la frecuencia con la que una librería opera como sujeto literario, desde la ya lejana alcaná de Toledo en la cual Cervantes pretende haber encontrado unos papeles perdidos en los que estaban escritas las aventuras de don Quijote.
Novela de entretenimiento, escrita con la simplicidad de estilo propia del autor, que permite que se lea bien.
Lorenzo Silva afronta con su
Lorenzo Silva afronta con su inconfundible estilo un capítulo muy especial de la historia reciente de España, la llamada guerra sucia contra el terrorismo de ETA. Y lo hace con un personaje muy suyo, por su historia, por sus reflexiones y por esa especie de intuición moral que, pese a las propias acciones y al descreimiento del protagonista, le lleva a darse cuenta de lo que está bien y de lo que está mal. Este dilema, la necesidad de recurrir a unos principios éticos y de negar al mismo tiempo los principios clásicos, sean religiosos o filosóficos, es una constante en la creación artística de los últimos años, sea literaria o cinematográfica.
El protagonista, llamado simplemente por su nombre de guerra, Púa, ha perdido un hermano como daño colateral de un atentado de ETA y, como consecuencia, poco tiempo después también a sus padres. Cuando un reclutador llamado sencillamente Araña le invita a formar parte de una unidad especial de la Compañía, supuestamente la del tricornio, se ve obligado y con derecho a tomar parte en la lucha oculta, siempre que él mismo no tenga que ensuciarse las manos más allá de lo que le parece sostenible. La narración alterna esta historia del pasado con una trama más actual, unas dos décadas más tarde, en la que un Púa retirado atiende a la petición de su antiguo compañero de afanes, de sobrenombre Mazo, e intenta liberar a la hija de este, Vera, de la situación en que vive, sin saber que con ello hurga en un avispero y despierta fantasmas muy reales.
La trama es realista y creíble, los personajes muy humanos y el entorno político y social reproduce con pocas pinceladas aquellos años en los que la cuestión implícita ocupó a un país entero: ¿es defendible que un estado de derecho recurra a métodos ilícitos para combatir a un grupo que, de hecho, ha declarado la guerra a este estado y comete actos criminales amparado por la impasividad de un país vecino? La respuesta a esta pregunta no es tan sencilla como parece desde la perspectiva actual. Silva, y su protagonista, adoptan la postura racional y políticamente correcta, vista desde nuestros días. Uno de los personajes, Irene, pareja temporal y engañada del espía infiltrado, da una respuesta más emotiva a la cuestión: nada justifica que una madre tenga que enterrar a uno de sus hijos. Silva acompaña la trama de la novela con muchas páginas de argumentación ética que no me permito valorar, y que recuerda a los pensamientos de Bevilacqua en otros relatos del autor.
Una buena novela, que podría abrir un interesante debate y despertar conciencias.
Recomendable, como casi todos
Recomendable, como casi todos los de este autor.
Bien escrito, se lee con
Bien escrito, se lee con interés. No cita en concreto países, se supone que España y Francia, ni organizaciones protagonistas (se supone que el CESID o CNI), ni contra quién lucha (se supone que ETA). Penetra bien en los personajes. Se nota que ha recibido asesoramiento de especialistas, y en concreto de personas que han tenido o tienen relación con el tema tratado.