Catalina de Aragón, la hija pequeña de los Reyes Católicos y la más parecida a su madre, fue prometida en matrimonio con el Príncipe de Gales, Arturo Tudor; y abandonó Granada, rumbo a Londres, su nueva tierra. Viuda pocos meses después; para no romper las alianzas establecidas ni perder la dote fué prometida al hermano de éste, Enrique VIII, nombrado Rey de Inglaterra. Un matrimonio desdichado por los embarazos malogrados y la ausencia del ansiado heredero.