Los padres de Bernice Eisenstein, judíos polacos, se conocieron en el campo de concentración de Auschwitz poco antes del final de la segunda guerra mundial. Tras su liberación, contrajeron matrimonio y se instalaron en Canadá. Los primeros recuerdos de Bernice se remontan a la década de 1950, cuando vivía con su familia en un barrio de judíos emigrados de Toronto. Por entonces, sus padres se esforzaban en recuperar la normalidad y apenas hablaban del Holocausto, aunque la sombra del horror planeaba sobre ellos como una presencia inquietante.