Para que la historia sea maestra de vida, no basta con pedir perdón por los errores, sino saber por qué se pide perdón y de qué cosas. Así no se repetirán en el futuro, y ese perdón conllevará propósito de enmienda. Pero, como es lógico, no es lo mismo pedir perdón por los errores realmente cometidos, que por los supuestos errores o por las leyendas que otros inventaron.