Escrita en 1922 y revisada en 1938, lleva bajo el título un aviso: "Última novela mala". En el prólogo, Macedonio Fernández defiende la dificultad de pretender que, en efecto, esta novela sea "mala" y además "la última", pero para curarse en salud recoge algunas opiniones críticas de contemporáneos que ponen en duda que sea lo uno y lo otro.