Misha, de unos siete u ocho años, nos cuenta su historia: no tiene nombre, ni casa, ni familia. Junto a otros muchachos sobrevive a base de robar y vagabundear en la Varsovia ocupada por los nazis. Cuando él y los demás judíos son recluidos en el gueto, se integra en la familia de una niña llamada Janina. La aventura diaria es hallar comida y seguir viviendo. Pero el horror le rodea y va haciendo mella en su alma inocente, hasta dejar una marca que no se borrará jamás.