A los adolescentes hay que hablarles sin tapujos de los temas que más les confunden y esto hace el autor desde su experiencia de acompañante.
La adolescencia, como indica su nombre, es un tiempo de sufrimiento. Los muchachos los pasan mal y el resto de los mortales los soporta con mayor o menor estoicismo. No faltan los que los amenazan con un futuro terrible ni los que, simplemente, evitan toparse con ellos.