La elección de Dios toma ya partido desde el título. Frente a los que consideran que la elección del Papa es un asunto meramente humano, Weigel se decanta por la acción del Espíritu Santo que, a través de los cardenales reunidos en cónclave, designa al que ha de ser sucesor de Pedro y guía de la Iglesia. A partir de ahí desentraña, con estilo ágil y enjundia las claves del pontificado de Juan Pablo II y nos introduce a la figura de Benedicto XVI.